Los mejores frijoles que comí en mi vida

Había mucha gente acampando a lo largo del río. Familias con niños, jóvenes bebiendo, infinidad de carpas grandes y tiendas de campaña, fogatas, música a todo volúmen. No contábamos con ese factor. Estábamos acostumbradas a salir a la montaña, a los páramos, a las escuelas de escalada y no encontrar nada de masificación. Era raro coincidir con otros montañeros. 

Cuando tus sueños se hacen realidad (2ª Parte)

Las semanas previas al viaje yo me encontraba muy ansiosa, no veía el momento de estar allí. Repasaba la lista, comprobar que tenía todo lo necesario para llevar a cabo toda la actividad con seguridad. Todos los días, después de trabajar, me iba a correr y al rocódromo, para no perder forma física y por las noches, repasaba las lecciones de francés. Aún así, tenía la sensación de que los días transcurrían con mucha lentitud.

Una historia de Navidad cuando esta, aun no existía. (VI y última parte)

Al final del día, habían llegado a la zona más empinada del camino. Pier no quiso arriesgarse a que les pillara la noche, así que buscó por los alrededores un lugar donde refugiarse. Se salió del camino adentrándose un poco en el bosque. A pocos metros encontró una roca que se había desprendido de una gran muralla de granito. Entre la roca y la pared, había un agujero. Le pareció perfecto para pasar la noche un poco resguardados de la intemperie.